Septimazo, espacio urbano, no lugar, artistas callejeros, día familiar.
El día 12 de marzo nos dirigimos al centro, al ser un jueves, la
quinta se encontraba con mucho tráfico, por lo que el taxista, nos dejó en la
cra. 5 con 15, de este punto bajamos a la carrera séptima en búsqueda de la
plaza de Bolívar. Mientras caminábamos pudimos observar la cantidad de personas
vestidas formalmente, a diferencia del domingo, en el que la gente se vestía
deportivamente. Entre los transeúntes encontramos funcionarios públicos
estudiantes universitarios, uno que otro extranjero, lo cual se podía apreciar
por la diferencia de sus características físicas, jóvenes altos, blanco y con
cabello rubio, la mayoría con cámaras profesionales, con lo que resaltaban
entre la multitud.
Eran las 11:30 de la mañana cuando llegamos a la Plaza de Bolívar,
lo primero que notamos fue la presencia de varios policías del ESMAD,
más adelante entenderíamos a que se debía su presencia. Estos estaban ubicados
a lo largo de las edificaciones que se encontraban alrededor de la Plaza. En esta era posible observar una gran
aglomeración de palomas, por ende los vendedores de maíz estaban presentes.
También vimos turistas que se acercaban a la estatua de Bolívar a tomarse una
foto. Al caminar hacia el congreso, observamos que estaba rodeado por paneles
en serie, que tenían imágenes de símbolos representativos de cada una de las
culturas de Colombia, mostrando que aquí se centra la toma de decisiones que
afectan a la nación y cómo este se preocupa por hacer inclusivos a todos los
ciudadanos.
Al frente de la Catedral, se encontraban unas carpas de color
blanco en donde se comercializaban postres y productos típicos de algunas de
las regiones del país. Esas carpas pertenecen a la Red de economía de la
Candelaria, proyecto de inclusión social que involucra a las comunidades más
vulnerables de dicha localidad.
Saliendo de la Plaza, ya sobre la séptima, se escucha el ruido de
máquinas, estas son utilizadas en una obra de construcción, que tiene un
letrero que dice: “La 7a! Cada paso una historia. La nueva 7a! será un
lugar en donde como comerciante, podrás exhibir tus productos en espacios
diseñados para tal fin. Tus clientes podrán comprar con tranquilidad mientras caminan en un espacio con mucho verde y libre de vehículos.”, esto hace
parte del proyecto de revitalización de la carrera séptima que tiene como
objetivo que esta vuelva a ser un camino peatonal, como lo era a principios del
siglo XIX.
Caminando desde el Éxito hasta la calle 12b, encontramos que la
mayoría de los nombres de los establecimientos como Davivienda, Banco de
Occidente, tenían su letrero en letras doradas, podemos deducir que esto se
debe a que como la arquitectura de esta zona de la ciudad es de la época
colonial, para que estas construcciones no pierdan su esencia, se opta por usar
este tipo de nomenclatura. Entre las cosas más representativas se observó que
en una cuadra sólo habían establecimientos comerciales nacionales, como: el
Only, Murillo Toro, El Baúl de Eva, entre otros. En la esquina del edificio de
CityTV, en la cra. 7 con Av. Jiménez y al igual que el día domingo, esta se encontraba
llena de emboladores.
Pasando la calle se podía ver una gran multitud de hombres, su
edad oscilaba entre 40 y 60 años, y su actividad era la comercialización de
esmeraldas en bruto. En este punto terminan las obras de construcción y
comienza la calle peatonal en dos sentidos, diferenciados por una hilera de
materas. Pasando la Iglesia de San Francisco, se observa un fila larga de mucha
gente, con apariencia de ejecutivos, estas personas se encuentran haciendo fila
para ingresar a la sede principal de la DIAN. Nos acercamos a este edificio y
encontramos mucha gente vendiendo formularios, así como muchos asesores que
ofrecían sus servicios en diferentes trámites. Al lado de la DIAN queda el
Museo del Oro, este tenía también una fila, pero no muy larga.
Más adelante, se observa una carpa que pertenece al IDRD, en esta
se encuentra un funcionario que es el encargado de alquilar las bicicletas del
plan Bici7. Al dirigirnos a él y
preguntarle que debíamos hacer para alquilar una bicicleta, él nos contestó: “Deben inscribirse en la página web”.
Seguimos avanzando, cuando de repente vemos una multitud de personas, al
acercarnos escuchamos un señor que decía: “El
arte no es valorado”, debo decir que esa voz se me hizo conocida y cuando
me acerqué, era el mismo señor que había visto el domingo, él cuál hacía
figuras de plástico derretido, usando los vasos que reciclaba. Mientras lo observaba
un señor le preguntó: “¿En cuánto me deja
este cisne?”¸a lo que él contestó: “Se
lo dejo en 5000 pesitos”¸ el mismo cisne que el domingo tenía un costo de
10.000 pesos.
Continuando, vi un señor que tenía un carro de los de hacer
mercado, dentro del carro tenía dos perros de raza pequeña, uno parecía
salchicha y el otro criollo, del carro halaba un perro grande, inmediatamente
como por inercia me dirigí a él, no fui la única, justo en ese momento un señor
se acercó y le obsequió una botella de 2L de agua. Mientras consentía los
perros, la gente pasaba y con ojos conmovidos los observaba, él señor sólo
decía: “Sólo necesito algo de comida para
alimentarlos”, enternecida por estos perritos le obsequié algo de dinero.
Entre el edificio de Avianca y CITIBANK, encontramos una zona,
donde los vendedores ambulantes se dedicaban sólo a vender minutos, seguimos con nuestro recorrido y algo todavía nos parecía extraño en ese momento,
es que a medida que avanzábamos, todos los bancos se encontraban protegidos por
una hilera del ESMAD, pero la calle se sentía muy tranquila, en ese momento no
entendíamos el ¿Por qué? Antes de llegar a la cra. 7 con calle 19, al lado de
un establecimiento comercial de ropa,
algo llamó mi atención, era un epitafio sobre Nicolás David Neira, quien murió
el 6 de mayo de 2005 luego de permanecer unos días hospitalizado, por una
golpiza que le dieron agentes del ESMAD, en una marcha el día del trabajo.
Imagen 1 Epitafios de jóvenes que han sido asesinados por el ESMAD, durante
disturbios en la ciudad de Bogotá.
Fuente: Elaboración
propia.
Llegando a la calle 19, vimos un grupo de personas que se
encontraban marchando, en ese momento entendimos a que se debía la presencia
del ESMAD durante todo nuestro recorrido. La marcha que se divisaba era de la Confederación General de Trabajo (CGT), al ver las pancartas que llevaban se podía
observar que hacían alusión a los derechos de los trabajadores, marcha que
seguían camarógrafos de la Universidad Gran Colombia. Ya en la 19 se sentía
mucho el flujo de carros, por primera vez escuché pitos y el rozamiento de las
llantas con el cemento. Observando hacia el oriente y el occidente, habían una
gran cantidad de establecimientos: restaurantes, bares, droguerías, tiendas,
billares, entre otros, además una gran cantidad de vendedores ambulantes que se
situaban sobre el suelo, generando un alto ruido visual.
Pasando la calle, nos acercamos a una señora de la tercera edad,
ella llevaba un bastón y nos preocupaba que el cambio de semáforo, no le diera
el tiempo suficiente para cruzar, así que decidimos acompañarla, en este corto
lapso de tiempo, ella nos dijo: “Este no
es un país seguro como Estados Unidos. Aquí uno sale pero no sabe si vuelve”.
Nuevamente en la parte peatonal vimos el primer grafiti en el piso, pero la
gente pasaba por encima de este, no parecía que lo vieran. Otra cosa curiosa
que observamos es que las casetas estáticas de los vendedores ambulantes y
muchos de los establecimientos comerciales, tenían pegado afiches con la imagen
de Carlos Alberto Pedraza, en ese momento no sabía quién era, pero leyendo supe
que era un licenciado en Ciencias Sociales y dirigente del movimiento Congreso
de los Pueblos, que fue encontrado muerto el pasado 21 de enero, por la Policía
Judicial con un disparo en la cabeza en el municipio de Gachancipá, al norte de
Bogotá.
En la calle 20, se veían unas carpas naranjas de ETB y en ellas un
grupo de emboladores que lucían un overol naranja con la marca ETB. Esto es
sólo una forma más de promocionar la marca en sus consumidores. Al dar unos
cuantos pasos, observamos lo que denominamos calle de los dibujantes, en esta calle se veían colgados en la pared
muchos retratos y caricaturas, con diferentes técnicas, carboncillo, pasteles,
color, entre otros, en esta calle se percibía un fuerte olor a marihuana.
El día 20 de marzo salimos de la javeriana, eran alrededor de
las 5:00 p.m. Nuestro punto de partida fue Terraza Pasteur, un centro comercial que se
percibía solitario, tenía muchos locales vacíos y al entrar no se veía un gran
flujo de personas. Ya en la séptima el olor a pincho o chuzo, como lo
promocionaban, era un olor atrayente. Por otro lado había un gran número de
personas, que caminaban de sur a norte, no sé si era porque nos encontrábamos
en la hora pico, y todo mundo volvía a sus casas, pero comparada con este
flujo, las personas que íbamos de norte a sur éramos pocas.
Más adelante, después de pasar el parqueadero que los domingos se
convierte en el famoso mercado de pulgas San Alejo, había un carro de pizza, el
olor era penetrante y había mucha gente comprando. Seguimos con el camino y
encontramos nuestro primer grafiti, pero este no estaba todavía listo, el
joven, que tenía por mucho 16 años, se encontraba apenas iniciando con su labor
artística. A unos cuando pasos, se veía una multitud de aproximadamente 20
personas, estaban escuchando un músico, quien interpretaba una pieza de jazz.
En la calle 22, en la puerta del restaurante Criollitas, había una
venta de discos vinilo, estos tenían un precio de 3.000 pesos, enseguida se
podía ver una venta de libros, estos parecían usados y los vendía un señor con
una piel trigueña y una gran barba. Seguimos caminando, cuando observamos dos
jóvenes extranjeros, de piel blanca y cabello rubio, que tenían un letrero que
decía: Estamos de viaje. Apóyanos, al
lado de ellos se veían objetos hechos en madera.
Imagen
2 Venta de discos vinilo. Fuente: Elaboración propia
En la calle 20, al frente de ETB nos encontramos con un cantante
de blues, que no tenía muchos espectadores a diferencia de un tumulto de gente
que se divisaba desde lejos, decidimos ir hacia ellos, y se trataba de unos
jóvenes bailando break dance, se turnaban entre ellos y cada uno hacia un show
con sus mejores pasos. Terminando esta calle encontramos más jóvenes pintando
grafitis con tizas, todos realizaban personajes diferentes, algunos pintaban a
Goku el de Dragón Ball Z, otros dibujaban a Frida Kahlo, se podían encontrar
diferentes personajes.
Imagen
3 Grafitis en tiza. Fuente: Elaboración propia
En la calle 16, al frente del Fuera de serie (FDS), encontramos a
un imitador de Michael Jackson, este tenía cerca personas observándolo, pero lo curioso es que las materas que sirven como división de la calle
peatonal, empiezan a ser utilizadas como sillas, para poder estar de una forma
más cómoda mientras se observa el show. Avanzando unos pasos, encontramos un
grupo de personas, sentadas en aproximadamente tres mesas, nos acercamos a ver
que estaba pasando ahí y nos dimos cuenta que se trataba del programa Ven a Engomarte en la calle, patrocinado
por Bogotá humana y que busca con ayuda de un aporte voluntario mantener esta
actividad viva, promoviendo la tolerancia e invitando a no apostar.
Imagen
4 Imágenes de Ven a Engomarte en la calle.Fuente: Elaboración propia
Caminando hacia la calle 19, observamos como aproximadamente 150
personas se encontraban en círculo, al acercarnos se escuchaba cada vez más
fuerte el sonido de la salsa choque, al entrar en medio de la multitud, vimos
que se trataba de un joven de tez negra, de aproximadamente unos 27 años, con
una niña con la misma tez, de más o menos 12 años, ambos se encontraban
vestidos con sudadera de color amarillo y rojo, y bailaban de una manera
contagiosa, que la gente sólo observaba con cara de asombro. Por la misma calle
el sonido fue cambiando, ahora de fondo se escuchaba el sonido de una zampoña y
lo que parecía ser un charango, estos sonidos provenían de un grupo de música
andina, que reunía aproximadamente 60 personas.
Una vez llegamos al McDonal’s, observábamos cada vez menos gente y
del recorrido de la Jiménez a la Plaza de Bolívar, las personas seguían
disminuyendo, de igual manera los sonidos y el ambiente a fiesta que se sentía
de la Jiménez hacia el norte, prácticamente había desaparecido. Una vez nos
encontramos en la Plaza de Bolívar, con la luz del sol a punto de
ocultarse, alrededor de las 6:00 p.m.,
se veía en el fondo una protesta de trabajadores informales, los cuales decían:
”Somos parte del sistema”, pero la T
de sistema era la T de Transmilenio, no sabemos si estos tenían relación alguna
con este.
En ese momento ya eran cerca de las 6:20 p.m. y comenzaba a hacer
mucho frío, así que decidimos ir a tomar un chocolate en la Puerta Falsa,
mientras llegaban las 7:00 p.m., ya que entre nuestros objetivos estaba
observar las dinámicas que se desarrollaban en las actividades del viernes en
la noche. La puerta Falsa, está ubicada al costado derecho de la Catedral
Primada, es la única de su cuadra que se salvó del incendio del 9 de abril de
1948, y está consagrada como uno de los lugares tradicionales de Bogotá. Es
famosa por su aguapanela con queso y almojábana, así como los deliciosos
tamales y el chocolate con queso. Por este establecimiento han pasado numerosos
políticos, poetas, artistas, entre otros.
Alrededor de las 6:55 p.m. salimos de la Puerta
Falsa, justo en ese momento vimos como las carpas de la Red de economía de la
candelaria, comenzaron a recoger sus cosas, en la plaza ya no se observaban palomas y la protesta de los trabajadores informales seguía en
marcha. Al caminar se percibía olor a aromática, por lo que podemos deducir que
ya en la noche, debido al clima, estos carros de aromática salen a trabajar.
Al pasar la Av. Jiménez y dejar a un lado la
revitalización de la séptima, se comienza a sentir un ambiente de fiesta. Al
frente de la Iglesia de San Francisco, se ve una multitud de 120 personas, al
acercarnos, podemos ver que se trata de un señor que se acuesta en una tabla de
clavos, mucha gente impresionada le observa. Este es sólo el comienzo de una
gran cantidad de variadas actividades. Mientras caminábamos vimos cuando un
vendedor de pulseras saludo a una joven, le dijo: “Hola, ¿Cómo estás?”, pero esta siguió derecho sin por lo menos sonreír,
entonces él joven le replicó: “Oye, es
deber saludar. Eso lo enseñan en colegio”, por la misma acera también se
veían algunas personas viendo libros, había una pequeña colección de libros, y
todos eran a 2.000 pesos.
Seguimos con nuestro camino, cuando una vendedora
de pulseras tejidas nos abordó, vendía unas pequeñas pulseras en forma de
atrapa sueños, como realmente me gustaron, me detuve y le pregunté: “¿Qué precio tienen?”, ella me dijo: “Hoy están a promoción, sólo cuestan 5.000
pesos”.
De repente comenzamos a percibir un
olor como a rellena, y al ir acercándonos vimos un carro de venta de fritanga,
era una especie de carro de perros calientes, pero con un sartén lleno de
rellena, chunchullo e hígado. A unos pasos había un señor tocando flauta, era
la tercera vez que lo veía, pero al igual que las anteriores, parecía que su
oficio no era apreciado, más en este viernes donde el sonido de su flauta se
perdía entre la bulla de la gente. Otro olor fuerte que sentí, fue ese olor
característico de los carros de perros, la cebolla. Más adelante nuevamente nos
encontramos con un grupo de música andina, que habíamos visto en nuestro camino
hacia la plaza de Bolívar, pero en esta ocasión ya tenían más público, contamos
aproximadamente unas 150 personas. Cuando me acerque a verlos, pude observar
que los músicos eran indígenas.
Seguimos con nuestro camino y a esta
hora el olor a cigarrillo y la cantidad de personas tomando cerveza iba en
aumento. El contraste con la hora laboral de salida, era bastante, ya no se
percibía el ambiente de gente que salía rumbo a sus casas, si no más se
percibía una gran cantidad de jóvenes relajadas, pasando un rato ameno con sus
amigos, era como una fiesta en la calle. En medio de la calle vimos a un señor
de aproximadamente 65 años, llevaba un traje y sombrero de color blanco y su
aspecto era muy prolijo, en ese momento se encontraba bailando en la mitad de
la calle, sin embargo muy pocas personas se detenían a verlo así que le
ofrecimos dinero. Inmediatamente nos sonrió y nos dijo que nos tomáramos una
foto con él, ya que no podía desaprovechar la oportunidad de tomarse una foto
con unas niñas tan hermosas. Al acercarnos, pude percibir una fragancia de
aroma exquisita que quedó impregnada en mi ropa toda la noche.
Imagen
5 Señor bailando salsa.Fuente: Elaboración propia
Llegando a la 19, se escuchaba de fondo una canción de vallenato,
esta provenía de un karaoke que se encontraba en una esquina, el cual tenía
incorporado un televisor donde se proyectaba el video musical de la canción que
estaba sonando. Justo en la esquina de la calle 19 con cra. 7, al igual que el
día domingo, se encontraba un vendedor de yacón, que tenía un letrero que
decía: Sirve para todas las
enfermedades”. A medida que avanzábamos había un mayor flujo de personas.
Desde este punto es posible ver la torre Colpatria y su iluminación de leds,
que van formando peces que pareciera que se van moviendo. Ya eran
aproximadamente las 7:45 p.m. y aún seguían los jugadores de ajedrez. En este
punto debo decir que el olor a cigarrillo era cada vez más intenso.
Al frente de ETB se ve una gran multitud de gente y se escucha un
fuerte sonido de música tropical, se trataba de 7 jóvenes universitarios, se
notaba por sus maletas, 2 interpretaban la trompeta, 2 tambores, uno la
guacharaca y 2 el clarinete, la gente se sentaba en las materas y todos
parecían disfrutar de este espectáculo. Al pasar unos 20 minutos los jóvenes se
levantan y se van, asumimos que ya habían recolectado lo suficiente. Otro
aspecto importante que notamos, es que en este momento ya no había bicicletas,
la calle parecía sólo de uso peatonal.
El día 15 de marzo nos encontramos en la Plaza de Bolívar para
dar inicio al recorrido por el septimazo. Como es habitual, los domingos son un
día de ciclo vía, así que lo más natural es observar bicicletas por todas
partes, sin embargo, el sonido que producen no es tan relevante o notorio.
Eran las 11:00 de la mañana cuando empezamos el recorrido y lo
primero que notamos fue la cantidad de actividades comerciales que se
desarrollaban en ese espacio. Desde la venta de maíz para dar de comer a la
gran cantidad de palomas que se aglomeran en el centro de la Plaza, hasta la
venta de fotografías instantáneas que se toman al lado de llamas, animales
nobles, que generan algún tipo de felicidad en los niños que se acercan con el
objetivo de tocarlas y acariciarlas.
También se pueden observar hombres de edad avanzada vendiendo
helados caseros, caracterizados por ser comercializados dentro de una pequeña
nevera de icopor de color azul claro y por supuesto, es infaltable la venta de
helados de Crem Helado. Así mismo, la venta de Bonice, algodón de azúcar, agua,
salpicón, fruta picada y una innumerable cantidad de productos que buscan ser
vendidos a niños, jóvenes o a adulos mayores.
Al caminar por la Plaza de Bolívar, se puede ver a la gente con
los ojos entrecerrados por el sol que brilla sobre el rostro de cada uno de los
que se encuentran ahí, gente tomándose fotos junto a la estatua de Bolívar y
muchas otras sentadas sonriendo, hablando, pensado o simplemente mirando hacia
algún lugar. También se pueden observar niños corriendo de un lado a otro
detrás de las palomas, haciendo burbujas y explotándolas al mismo tiempo.
Más adelante, en plena séptima, se observan personas disfrazadas
de personajes de películas reconocidas, como Chucky, el gato con botas y Alvin
de Alvin y las ardillas. Personajes que se encuentran con las miradas de
asombro de los transeúntes que se detienen para detallarlos. Al lado, se
encuentran unas carpas de color blanco en donde se comercializan collares,
aretes, obleas, miel de abeja, entre otros productos. Esas carpas pertenecen a
la Red de economía de la Candelaria, proyecto de inclusión social que involucra
a las comunidades más vulnerables de dicha localidad.
Siguiendo el recorrido, se puede detallar que las personas que
pasan por ahí están vestidas de manera informal, algunos llevan jean y
camiseta, otros pantalonetas y algunas mujeres llevan leggins y ropa de
ejercicio, además, algunos usan gafas oscuras y gorras para apaciguar el
inclemente sol que cae sobre la ciudad. Algo muy diferente a la ropa que suele
usarse entre semana (lunes a viernes) Teniendo en cuenta esto, se puede
analizar cómo las dinámicas de las personas cambian dependiendo de los días.
Los domingos, las personas se ven un poco más despreocupadas, disfrutando con
sus familias, sacando a pasear a sus mascotas y dejando a un lado el traje de
oficina, el horario laboral y el tráfico que pueden llegar a causar tanto estrés.
En la carrera séptima con calle 12 hay una obra en construcción,
por ello, este lugar se caracteriza por el ruido de máquinas y de obreros
gritando, también por el polvo y por la obstrucción de la vía, lo cual hace que
las personas tengan que caminar por un espacio un poco más reducido. Al caminar
cerca a las edificaciones, se puede observar la gran cantidad de carteles,
afiches y publicidad que no solo causa contaminación visual, sino que queda en
el olvido, puesto que muy pocas personas se detienen a ver la información
impresa.
De un momento a otro, se empieza a escuchar música a todo volumen,
familias hablando, murmullos, risas, extranjeros hablando inglés y miles de
vendedores ofreciendo sus productos, todos asegurando los precios más bajos. En
la misma cuadra, un señor de unos 38 años, de barba espesa se encuentra
haciendo retratos, sobre la pared tiene pegados algunos de sus trabajos. Sin
embargo, muy poca gente se detiene a ver a este artista. Esto nos hace pensar
en que el arte no es valorado y en que en las destrezas de este señor se
desperdician en la calle.
En la esquina de la séptima con calle 12B, se puede ver un
edificio, el cual tiene un letrero que dice lo siguiente: “Prohibido fijar
avisos y carteles”, sin embargo, el edificio está lleno de publicidad, es como
si el letrero incitara a hacer todo lo contrario o como si a las personas no les
importara inundar la ciudad con avisos que en realidad no son efectivos. Al
seguir caminando, se empieza a ver nuevamente una gran cantidad de comercio:
venta de sombrillas, cordones, plantillas, medias y demás artículos.
Después de caminar algunas cuadras, llegamos a la Estación del
Museo del Oro, en donde se encuentran los estudios del canal CityTv en el que
se graba el programa Bravísimo, en este espacio se pueden observar personas que
se detienen a observar la grabación, sin embargo no es mucho lo que se puede
ver, solo una luz blanca y algunas cámaras y por supuesto, se escuchan las
voces de los presentadores que rara vez se asoman a ver a la multitud que
detiene su caminata y se deslumbran con el hecho de poder ver a algún famoso.
En esta esquina se puede ver un grupo de emboladores trabajando.
Pasando la calle, se encuentra la iglesia San Francisco, un lugar
majestuoso que se ha deteriorado con el pasar de los años, justo ahora se
encuentra en restauración y se observa un acordonamiento del lugar con paneles
que muestran algunos de los monumentos que posee la iglesia, paneles que solo
parecen ser apreciados por los adultos mayores, que son quienes se detienen a
leerlos, mientras para el resto de la gente parece indiferente. Al acercarse más a la iglesia se puede notar
un olor predominante a orina. Frente a esta, se encuentra un puesto en el que
venden salpicón, bananos y mangos, el señor que atiende es de tez negra y por
su acento se nota que no es oriundo de Bogotá. Junto a este puesto se puede
observar un carro en el que se vende jugo de caña de azúcar.
Más adelante se observa la venta de imitaciones de camisetas de
diferentes equipos: Millonarios, Santa fe y Real Madrid, esta última parece
tener gran acogida desde que James Rodríguez fue contratado por dicho equipo,
Todas estas camisetas se encuentran sobre unas bolsas negras en el piso. Al
lado, venta de zapatos y bolsos. Mientras caminamos, empezamos a escuchar
música andina y es inevitable no acercarse a ver a tres jóvenes quienes con sus
instrumentos (tambor, flauta y guacharaca) resaltan la cultura. Al acercarnos a
ellos, podemos observar que tienen una variedad de artículos y al verlos
detenidamente, nos comentan que son un grupo de jóvenes emprendedores,
recicladores y madres de familia que realizan dichos productos con materiales
reciclables, con lo cual buscan aportar un granito al medio ambiente.
Al continuar con el recorrido por el septimazo, se pueden ver
nuevamente unas carpas blancas en las que se comercializan todo tipo de
productos artesanales, se trata de la Feria de discapacidad y cuidadores, la
cual se realiza con el apoyo de la alcaldía de Santa fe. Al frente un puesto de
tatuajes temporales, fotografías con cámaras antiguas, una cámara de color
negro, de un tamaño considerable, que de solo verla causa admiración, al lado
de esta, un balde con un líquido transparente en el que se revelan las fotos.
Al dar unos cuantos pasos, podemos observar a una gran cantidad de
personas rodeando a un señor que se encuentra sentado en el piso, a su lado
tiene una bolsa negra llena de vasos plásticos, una estufa de gasolina, un
mazo, un alicate, un balde de agua y una tabla de madera, al frente tiene unas
figuras hechas de plástico y una caja de metal de Buchanan´s en donde tiene
billetes de mil, dos mil y cinco mil pesos. El señor empieza a coger los vasos
de plástico, los derrite y les va dando diferentes formas, constantemente pone
las figuras que va haciendo en agua para poder manipularlas de una mejor
manera. Este trabajo genera admiración y asombro y por ello no es raro ver a
las personas con sus celulares tomado fotos. En el momento en el que
presenciamos su trabajo, contamos cincuenta personas entre niños, jóvenes y
adultos que quedaban atónitos con tan maravilloso trabajo. Mientras va haciendo
sus figuras dice: “Colombia es un país que no aprecia el arte”.
Fuente:
elaboración propia
Al finalizar su trabajo, el señor hace una rifa, donde cada uno de
los cartones tenía 5 posibles números ganadores, mientras que los ofrecía
decía: “2 cartones por 1.000 o lleve 5 por 2.000, gana el primer número que
saque y participa con la lotería del meta”, inmediatamente la gente comenzó a
comprar los cartones y en unos minutos ya tenía aproximadamente 12.000 pesos,
entonces él comenzó a decir: “Se están acabando los cartones, escojan uno por
500”, después de esto procedió a sacar el número ganador que fue el 2 y se lo
ganó una niña que tenía alrededor de 7 años. Finalmente ella escogió uno de los
muñecos que había hecho el señor y el proceso inició nuevamente. Recuerdo que
alguien le preguntó el costo de las figura y él respondió que cada una tenía un
valor de 10.000.
Continuamos con el recorrido y empezamos a ver la venta de libros,
películas, música, caricaturas y puestos de chorizos, arepas, pinchos y
mazorcas, por lo tanto, se comienzan a percibir distintos olores, pasando la
cuadra continúan las demostraciones de arte, jóvenes emprendedores que venden
figuras realizadas con alambre y latas de cerveza, vitrales y nuevamente
caricaturistas y pintores.
Llegando a la carrera séptima con calle 17 se encuentra un tumulto
de gente que no permite transitar con tranquilidad, se escuchan vendedores
alzando sus voces, música a todo volumen, pitos, personas hablando, niños
llorando. Son tantos sonidos, que en realidad es muy poco lo que en realidad se
puede escuchar con claridad. La contaminación auditiva es predominante, pero al
parecer la gente está acostumbrada a eso.
En una esquina, se encuentra un carro en el que se vende lechona a
$3.000, ya es la 1:00 p.m. y las personas se aglutinan para comprar una
porción.
Ya llegando a la calle 19, el flujo de personas va disminuyendo,
íbamos caminando cuando vimos a un lado de la acera, unas fotos que colgaban de
una cuerda ubicada entre dos árboles, jóvenes y adultos mayores se acercaban a
ver y a leer. Se trataba de una exposición fotográfica denominada “Porque el ojo y el lente no
mienten”, en esta se podían encontrar una diversidad de fotos y leyendas
alusivas a la memoria, al olvido, a las marchas y movilizaciones. Había fotos
del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado, del origen del
conflicto armado, se muestra la violencia en contra de indígenas, campesinos y
poblaciones vulnerables.
Se trata de un espacio que invita a no olvidar, un espacio que
muestra una realidad desde el punto de vista de las víctimas, un trabajo
fotográfico y de recopilación de archivos que pretende postergar el olvido que
seremos. También se pueden observar fotos de policías tratando de quitar la
exposición y frases como: “el que lee, vive menos”. Evidentemente es un espacio
en el que se pueden identificar y visibilizar relaciones de poder
Mientras vemos la exposición, se empiezan a escuchar los pitos,
motores y ruido que generan los buses que transitan por la calle 19 y al mismo
tiempo, se pueden ver indigentes que piden alguna moneda o pan, sin embargo,
sus ruegos son indiferentes para los transeúntes que caminan y los miran con
desconfianza o peor aún, ni siquiera los miran.
Este recorrido evidencia la cantidad de creatividad, versatilidad,
innovación y recursividad que se encuentra en la séptima. Es un lugar de artistas,
de música, de olores, sabores y de colores que exterioriza la multiculturalidad
de todo un país. En una esquina nos podemos encontrar con la comercialización
de lechona tolimense y en la otra con arepas paisas y más adelante con
chontaduros o jugo de caña de azúcar. La séptima es un lugar que permite
conocer la historia, apreciar la arquitectura, entablar una conversación,
admirar monumentos, escuchar música, conocer historias de vida, ver
exposiciones fotográficas de manera gratuita. Es un lugar en el que no se
permite olvidar, nos hace recordar y al mismo tiempo nos permite construir y
transportarnos a otros lugares y épocas.
Al finalizar el día
¿Qué es el septimazo? ¿Qué relaciones
se dan en el septimazo? ¿Cómo se construye la historia a través del imaginario
de los habitantes de la séptima? ¿Qué dinámicas de poder propician la
construcción de elementos simbólicos en el septimazo? Estas son sólo algunas de
las preguntas que buscábamos respondernos con ese estudio sobre el septimazo.
Inicialmente con la investigación que se realizó entre todos, ya teníamos una
idea de lo que nosotros pensábamos encontrar, pero al realizar el trabajo de campo, observamos que
lo investigado se queda corto con todo lo que se puede observar durante este
recorrido que inicia en la Plaza de Bolívar y finaliza en la torre Colpatria.
El septimazo es realmente un sistema complejo, tiene n entradas y tantos
colectivos internos que es difícil concluir algo para cada uno de ellos.
Lo primero que se evidencio, es la diferencia
de las actividades dependiendo del día que se realizaba el domingo, desde mi
punto de vista, de lunes a viernes de 7-5pm, en un lugar que acoge a muchos
individuos que vienen de otras partes de la ciudad e incluso personas externas
a Bogotá, con diferentes objetivos; los viernes en la noche es un lugar de
fiesta, donde lidera la presencia de jóvenes
y el ambiente que se siente es percibido como una fiesta al aire libre,
donde la gente se aglomera en ciertos puntos, dependiendo de sus gusto culturales
o culinarios, porque estos días abunda el comercio y los domingos es un total
casi familiar, la cantidad de familias que se ven caminando por la séptima es
enorme y de esta misma manera, los habitantes de la séptima se transforman y
brindan algo nuevo a este público.
Pero ¿Por qué los bogotanos no lo
visitan? Al principio se planteó el tema de inseguridad, pero en el trabajo de
campo nunca pude percibir la inseguridad de la que hablábamos, tal vez por lo
confiada que soy, pero ninguno de los días me inspiro desconfianza, excepto por
un pequeño detalle, los indigentes, es inevitable y también lo pude observar,
que cuando la gente va caminando tranquilamente en la séptima y aparece uno de
estos personajes, inmediatamente las personas se hacen a un lado. En este
momento entendí que tal vez no sea inseguridad sino desconfianza. Por otro
lado, cuando comentaba que me iba a realizar un trabajo de campo a la séptima,
lo primero que me decían era: “No lleves
joyas, vete mal vestida”, cosas de este tipo, pero no entendía porque tanta
prevención.
Hablando con algunas personas, pudimos
deducir que esta percepción, no se da directamente porque el septimazo sea
inseguro, sin que estemos diciendo que este es completamente seguro, sino que
los límites de la séptima, como la décima o la intersección con la 19, son
lugares donde constantemente hay mucha inseguridad, robos diarios y noticias
acerca de bandas que atracan en esta zona. La mayoría de las personas al
escuchar esto asocia como peligroso todo el centro y por ende el septimazo, de
aquí los altos índices de percepción de este como un lugar inseguro. Partiendo
de esto, entendimos que para ver que es el septimazo en sí, es necesario
también analizar las dinámicas que se presentan en su entorno y ver cómo estas
influencian de manera positiva o negativa, la construcción de cultura que se
realiza día a día.